Michael Robinson se convirtió en uno más de la familia apenas entró en nuestras casas. Como un tío lejano que hubiera vuelto del otro lado del mundo, pronto nos familiarizamos con sus dichos, su ironía y su deje de ‘guiri’ que nunca abandonó porque en él residía parte de su encanto. Carismático y cercano, Michael nos aproximó al fútbol que veía el futbolista. Nos acercó a la verdad del fútbol.
Su mirada estaba puesta en la consideración hacia los que estábamos en el salón frente a la pantalla. En una conversación recentísima con el que fuera muchos años su compañero en Canal Plus, Nacho Aranda comentó que aprendió de Robinson que el propósito de intentar construir la información mejor contada era el respeto a los telespectadores.
Pero Robinson respetó también al fútbol y a los futbolistas. Y más tarde se adentró en el resto del deporte para contar historias como sólo la cuentan los británicos. Con esa elegancia y deferencia con laque convierten a los protagonistas en mitos. Michael dio una nueva dimensión a los documentales, y de esta forma, su respeto se extendió a todo el deporte.
Así pasó de comentarista de fútbol a narrador de historias. De cronista del instante a narrador del pasado y del futuro del deporte, porque sus informes, y con él sus protagonistas y sus hazañas -de mayor o menor impacto, pero hazañas-, permanecerán imborrables en el recuerdo de los aficionados. Alguien tenía que contar esas pequeñas historias que nadie contaba.
Cada vez que coincidí con Robinson, en un plató, con mesa y mantel de por medio, en un aeropuerto o en un campo de golf, fue el mismo que vemos en la tele. Una persona amable, abierta y enamorado del deporte y de España. Y admirador de Severiano Ballesteros, el beatle del golf. Dicho por un tipo de Liverpool es mucho decir.
Como tantos televidentes echaré de menos la voz, la figura y la verdad de Michael Robinson, sus informes y sus comentarios. Él como nadie habló con la sinceridad transparente que sólo consiguen quienes hablan con el corazón y quienes trasmiten lo que han vivido. Un personaje carismático que llegó a España creyendo que Osasuna era una ciudad y se quedó con nosotros para siempre.