Blog

El Real Madrid también es baloncesto


El Real Madrid del primer tercio del siglo XX no solo puso los cimientos del mejor club de fútbol de la historia, sino que se convirtió en el catalizador de los impulsos de una población que comenzaba a descubrir una actividad apasionante: el deporte. A los pocos años de su constitución, la directiva del Madrid ya negociaba con pioneros de otras iniciativas deportivas, bien para incorporar sus entidades en la pujante sociedad futbolística, bien para agregar una sección que ampliara el objetivo con el que fue creado.

Merced a esta voluntad integradora, a medida que se asentaba el balompié se añadieron otras prácticas deportivas, de forma que cuando el baloncesto comenzó su andadura blanca, el 22 de marzo de 1931, el Madrid ya había acogido a un buen número de  disciplinas de nuevo cuño como el hockey, el  rugby, el atletismo, la natación y la gimnasia. Con el paso de los años, el club se nutriría con más de 30 especialidades diferentes, algunas femeninas, que dibujarían la voluntad de sus dirigentes de convertirse en un elemento cohesionador y dinamizador de la sociedad de la capital.

Estas iniciativas atrevidas cuajaron en páginas memorables de la historia del deporte español. Boxeador del club fue el elegante Fred Galiana, el púgil que marcó una época en los años 50, un deportista polifacético y de película que fue campeón de Europa, actor, cantante y empresario. Otro mito de aquellos años, el niño prodigio Arturo Pomar, maestro internacional que hiciera tablas con Bobby Fischer, se proclamó subcampeón del II Torneo Internacional de Ajedrez organizado por la sección propia. Asimismo, el atleta olímpico antes que divulgador, Miguel de la Quadra-Salcedo, compitió con la camiseta madridista, al igual que el campeón del mundo en Roma-87, el mediofondista José Luis González.

De la importancia que la sección de atletismo tuvo en el club, da prueba la pista de atletismo de 300 metros que circunvalaba el terreno de juego principal de la antigua Ciudad Deportiva del Paseo de la Castellana. Una pista hermosa en aquella arbolada sede deportiva del Madrid (más de 300 árboles, algunos casi centenarios) y que los equipos de baloncesto usábamos con asiduidad para nuestra preparación física. El Pabellón de Deportes-que durante muchos años compartimos con el  equipo de voleibol- estaba justo al otro lado de la estrecha carretera que bordeaba el graderío del citado campo, en el que solía jugar el Castilla y entrenar el primer equipo de fútbol. Por cierto, quien fuera entrenador del equipo de vóley, Miroslav Vorgic, y lo llevara a las semifinales de la Copa de Europa- el mejor resultado conseguido hasta ahora por un conjunto español-, luego sería preparador físico del Castilla y del Madrid. Un entrenador rudo y dicharachero y un tipo simpático. Pero esa es otra historia.

Otro dato curioso de cómo estaban de imbricadas las secciones del club hasta que la mayoría desapareció a mitad de los años 70 es que la grada del Pabellón se construyó a partir de la grada ya existente de la pista central de las instalaciones de tenis de la Ciudad Deportiva, que, además, contaba con una zona reservada con canchas de entrenamiento para la práctica de este deporte. Eran las pistas de Manolo Santana, el pionero que popularizó un deporte reservado a las élites, muy alejado de las clases medias de entonces. Santana es, sin duda alguna, uno de los pocos deportistas imprescindibles de la historia del deporte español. De la estirpe de Bahamontes, Ángel Nieto y Severiano Ballesteros, estos visionarios intrépidos desafiaron las normas de su época y sentaron las bases de los éxitos de hoy, amén de hacer entender a los españoles que hay deportes que desconocemos que también pueden ser emocionantes.

Precisamente, Santana conquistó el tradicional y distinguido Torneo de Wimbledon con el escudo del Madrid bordado en su camiseta, un hecho inexplicablemente poco reseñado en uno de los mayores hitos de la historia del deporte español: en el reino del blanco tenístico un escudo del Madrid era lo más apropiado para realzar la hazaña. Wimbledon, Santana y el Madrid merecen más literatura. El tenista estuvo integrado en la sección hasta principios de los años 70. Hoy, la magia de Santana es reconocida en todo el mundo, como atestiguan las trasmisiones televisivas de nuestros días que no pierden ocasión de homenajearle con sus planos.

P. D. Mi idea al sentarme frente ordenador era escribir una breve historia del equipo de baloncesto. A veces, la cabeza propone y las musas disponen, así que me he ido desviando de mi idea inicial de forma tan notable como inevitable.