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Los beneficios de los automatismos en los equipos de alto rendimiento


No son palabras mías, sino del capitán del equipo de fútbol del Real Madrid, Sergio Ramos. Después de la enésima frustración blanca en lo que va de temporada, declaró el último sábado que “tenemos que hacérnoslo mirar o estos pequeños errores nos pasarán factura en la Liga de Campeones”. Por qué y cómo  se ha diluido uno de los equipos más deslumbrantes de las temporadas pasadas, campeón de casi todo y destinado a dominar el fútbol europeo en el futuro inmediato, es un misterio aparente que obedece a numerosas causas. Una de ellas, la señalaba el capitán: la ausencia de automatismos en el terreno de juego.

Los automatismos son una de las claves del funcionamiento de los equipos de alto rendimiento de cualquier ámbito y, en especial, de los que tienen que tomar decisiones rápidas. No siempre sucede todo conforme a lo establecido ni cada pieza está en su sitio, por lo que se requieren mecanismos que vuelvan la acción a su senda o la conduzcan por una diferente pero igual de productiva; y mecanismos que sean capaces de que los componentes del grupo pasen a desempeñar funciones no habituales ante la variación de los acontecimientos o el cambio circunstancial de papeles en el equipo.

La anticipación y el entrenamiento determinarán la rapidez y valía de los automatismos. Cuantas más situaciones seamos capaces de prever y más veces nos enfrentemos a ellas más engrasados estarán. En este sentido, la versatilidad  es capital, y se necesita de los miembros, tanto que sean capaces como que estén comprometidos a ser generosos con el conjunto.

Cuando el equipo responde de forma automática ante el desarrollo de los acontecimientos y los cambios de roles, la productividad se dispara. Un equipo ágil y dispuesto nunca se detiene, siempre está dispuesto a corregir los errores y a cubrir al compañero. Además, es un equipo dispuesto a la acción y al movimiento. En definitiva, que se nutre de motivación y de energía por sí mismo.