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El virus NBA contagia al Madrid


Hace una semana la acerada lengua de Athos Dumas me recriminaba la ausencia prolongada de esta página de referencia. Como en toda novela de aventuras que se precie, el ataque fue sorpresivo, aunque también es justo señalar que un tanto gratuito. Así que hube de rechazar con presteza la agresión del madridista y escritor espadachín y le expliqué la razón de mi parálisis: el virus NBA ataca al Madrid.

Cierto que entonces ya tenía en mente el escrito que desarrollo más abajo, pero hube de postergarlo, pues casualidades víricas, una inoportuna indisposición me ha mantenido fuera de combate. Por una vez, y sin que sirva de precedente, me ha fallado mi salud de hierro -así, en minúsculas, que si no sería la del gran Fernando- atacada de forma virulenta a mi paso por la Ciudad Condal. ¿Sería un virus blaugrana? Quién sabe, los servicios secretos mundiales andan un tanto alterados desde los sucesos acaecidos en Londres.

Dejando aparte mis cuitas personales e intransferibles, no es fácil hablar del estado de los equipos en estos tiempos de sobrecarga injustificada de partidos. Hoy el Madrid le da una paliza al Barcelona y a la vuelta de la esquina sucede lo contrario. Hemos llegado a un punto en que la soga del calendario aprieta tanto que de alguna forma hay que aflojarla para que no ahogue, de modo que los equipos se dedican a sestear periódicamente en función de sus intereses, escondiendo así su momento de forma.

Tenemos la costumbre en este país variopinto de dejarnos llevar por el oropel del foráneo y el baloncesto no iba a ser una excepción. Siendo como es un deporte de gestación ultramarina, no es de extrañar que acudamos a la fuente en busca de nuevas ideas con las que enriquecer lo nuestro. En especial, en el asunto mercadotécnico, en el que son maestros de la televisión y catedráticos de la venta pormenorizada. Ocurre que, sin embargo, siendo sus productos muy apetecibles a simple vista, su enlatado encaja poco con la mentalidad europea, que, por ejemplo, admite con ceño fruncido que se pueda entrar a una cancha con la predisposición puesta en la derrota…

Pero así sucede en la estadounidense NBA, no solo por imposibilidad física de rendir al máximo durante más de cien partidos, sino porque también el espíritu necesita y solicita el descanso correspondiente. Más allá del necesario reposo del guerrero, las propias franquicias planean una temporada por perdida ¡de antemano!, con el objetivo de ser el peor equipo del curso y saltar a los primeros lugares de la selección de las nuevas promesas de la temporada venidera.

El hecho es que parte de este entramado deportivo-circense se coló hace unos años en la mente de los dirigentes europeos y, hoy en día, la proliferación de encuentros en nuestros campeonatos es insoportable para todo el mundo: para los clubs, para los entrenadores, para los jugadores y para los espectadores. Los primeros están ya calibrando dónde rentabilizarán sus esfuerzos y, por eso, el Barcelona aprieta en la Liga Endesa de la que el Madrid es líder destacado, y el Madrid acelera en la Euroliga, en cuya competición busca el cuarto puesto como objetivo prioritario en estos momentos.

Si he de dar mi opinión, creo que lo conseguiremos. El equipo ha realizado un tremendo esfuerzo a lo largo de la temporada para superar las lesiones e integrar a Tavares, un fichaje de gran trascendencia en los partidos y en el estilo de juego. Asimismo en varias ocasiones, las penúltimas con la reintegración en el equipo de Randolph y Ayón, el Madrid ha tenido que trastocar sus sistemas de juego y los roles de los integrantes, procesos que requieren grandes dosis de esfuerzo, generosidad y concentración. Eso significa volver a empezar muchas veces, o sea concitar confianza, tranquilidad y seguridad en uno mismo. Todo este empeño reclama un premio.

A punto de cerrar otra semana de locura en la Euroliga, el encuentro contra el Zalguiris Kaunas se ha convertido en la primera de las tres finales que quedan para asegurar la cuarta plaza y la ventaja de local en las eliminatorias por el título. Y aunque no cesan las lesiones -ahora Ayón-, el Madrid llega en un buen momento, en especial si Doncic vuelve a su nivel habitual. Y dentro de nada, Llull, en la fase última de su rehabilitación, al que seguro que en el mes de mayo lo veremos echando una mano al equipo. O las dos…